Estresada? Porque quiero! Quiero?

Si bien irrefutablemente soy feliz, vivo estresada por la tensión a la que yo misma me someto. Como un pasito más hacia el autoconocimiento, un rayo ilumina mi mente. Algo que he repetido y de lo que no he sido plenamente consciente hasta ahora. Tan solo veía una parte de la situación: me preocupo por él pero ahora sé que el mundo va a estar ahí, con sus problemas, independientemente de que me rompa el culo preocupándome por hacer aquello que hará felices a los demás. El tiempo pasará inexorablemente. Mi vida avanzará y no seré yo la que la interrumpa (ahora soy feliz ^ ^). Avanzará y cuando me quiera dar cuenta habrá pasado, como lo ha estado haciendo hasta ahora.

¿En qué momento mi vida dejó de ser mía? Mmm... Mejor no pensar en eso, podrían salir heridas personas a las que no quiero NI DEBO echar culpa alguna. Tan solo esto es un toque de atención para mí. Este rayo atraviesa mi mente como una farola nueva acabada de instalar en un callejón que siempre había sido oscuro. Ya nunca mi cerebro debería volver atrás. ¿Se trata de cambiar otro esquema mental?

Vaya! Aquí no hay buenos y malos ahora. De lo que se trata ahora es de una inversión de futuro, de tiempo... de presente. ¿Hasta qué punto debería afectarme, influirme, robarme (¡!) mi tiempo el ocuparme de todo excepto de lo que soy? Estoy vacía. Me siento como un recipiente que todavía debe ser llenado de caramelos para poder ponerse en el aparador de la tienda. He ido llenando los otros recipientes. Sacando bolitas pochas, renovándolas con bolitas sabrosas en los botecitos ajenos con mayor o menor éxito. Pero el viejo recipiente ahí está y, ése, sólo lo puedo llenar yo, los demás pueden poner sólo una parte, el resto me toca a mí.

En realidad no siento dolor, no hay herida sino carencia. Y es eso lo que se empieza a acusar quizás... Jamás pensé poder llegar a albergar este tipo de pensamientos. No sé cómo hacerlo, pero parece que el fiero león de los problemas, que sólo puedo ver yo en mis sueños y que me persigue, es una mascota que estoy alimentando. Si lo busco, viene. ¿Y si me tomo unas vacaciones? ¿Soy capaz de dejar de lado por un sólo dia el resto del mundo?

Empiezo a pensar que mis amigos tienen razón cuando me miran con esos ojos mezcla de regaño, piedad y espíritu "bombero". Sí, es que es así: me miran como si me encontrase en un agujero y yo no quisiese salir, como si fuese el gato rebelde que se mete en líos y se encuentra a gusto en el borde de la cornisa. "Eso no es cosa tuya, deja que lo hagan ellos, tú no tienes por qué hacerlo". A ver, ya sé que no es mi obligación, pero es que no sé "verlo y no hacerlo". Pero claro, supongo que hay grados y que soy una exagerada. No conozco dónde está el final y tengo miedo de llegar a ser una inconsciente: ¿Por qué no recoger a ese chico y acercarle al trabajo? Vamos en esa dirección y le falta un buen trecho. ¿Por qué está mal ofrecerle un buen vaso de leche calentita a ese obrero que repara el suelo del patio común? Quizás se me ha fundido un plomo. Lo digo asépticamente. Es pasmosa la tranquilidad con la que escribo esto. Ni  la pena, ni la alegría, ni las ganas de seguir siendo de un modo ni las ganas de cambiar a otro... tan solo la necesidad de saber si existe una correcta manera de ser y cómo alcanzarla, algo a lo que poder agarrarme, un argumento de autoridad que sea capaz de enfocar este rumbo que ahora atraviesa olas que se cuelan dentro del barco. ¿Mi cabeza hace aguas? Jajaja. Me divierte la idea. Son los momentos de lucidez cuando más cerca se está de la locura... A todo esto... ¿alguien me está entendiendo?